Siempre me sorprende  lo “caperucitas cantarinas en el bosque” que somos cuando nos iniciamos un cambio. Vamos por ahí, cargados de ilusión, olisqueando florecitas, confundiendo el querer con el poder…  

Lo veo a diario, no tanto en las sesiones con los clientes como al observar al ciudadano de a pie. Sus sueños. Sus miedos. Y la ingenuidad con la que se enfrenta a un proceso que es tan vital como desconocido: el sentar unas buenas bases para que el cambio pueda no sólo nacer en forma de promesa, si no llegar a buen puerto, en calidad de resultado.

Por que seamos francos, proponerse un cambio es fácil. Sólo hace falta que te hayas cansado mucho de algo, o por el contrario, que estés de un buen humor que tumba, y te hayas venido arriba. Levantarse y decir en voz alta, a todo el que te escuche, “venga, que sí, que voy a lograr tal o cual cosa” es algo que todos hemos vivido.

Sin embargo, por lo general, nos tomamos conciencia de que, planteado el objetivo, ya tenemos que empezar a cuidarlo. Por que sí, somos nosotros los que hemos de cuidar al objetivo, no es al revés.

En el video thinking de hoy … 

El video-thinking de hoy es como un Pepito Grillo que viene a avisarte de los dos errores que debes evitar cuando inicias un cambio.

Se trata de dos errores muy habituales que, por lo general, pasan desapercibidos. Pero como afectan a tu cambio en una fase muy inicial, cuando no lo matan, le crean deformidades graves de por vida. Así que sí, se vital conocerlos para rectificar a tiempo si, por lo que fuera, ya has caído en sus garras.

Y ya que estamos, compártelo con alguien a quien quieras bien. Porque estos peligros son peor que el mosquito tigre, se cuelan por las rendijas y llegan a todos los hogares, afectando gravemente a los sueños de sus habitantes…